Este año la Semana Santa, según los meteorólogos, venia con agua y viento, y así fue.
Esa agua que tan agradecida es por los campos, consiguió bloquear la procesión del Jueves Santo y apresurarnos a llevar la Virgen a la ermita en el Viernes Santo.
De la misma manera ocurrió con el Vía Crucis, dado que la mañana era un tanto desapacible se opto por celebrarlo en la iglesia.
No fue así, el domingo de Resurrección, cuya mañana apareció un tanto nublada para ir dando paso al sol a medida que maduraba el día.
Pero el mal tiempo, no fue el protagonista de dicha semana, sino la devoción de los que en nuestro pueblo acudieron a los actos eclesiásticos programados.